miércoles, 18 de junio de 2008

shit

Es para tanto...si, de seguro lo es. Estás riéndote como una loca en mitad de la calle, mientras los autos se detienen solo para mirarte los dientes y lo hondo de tu sonrisa. Yo, me miro los pantalones y veo una enorme mancha de mierda de paloma que recorre, de norte a sur, mi delgada pierna derecha.
Me encanta verte reír -aunque para eso me tenga que dejar cagar por un pájaro-.

felices 60’s

No me siento bien. Estoy descompuesto y me duele la cabeza. Me cuesta incorporarme de la cama y para peores, tengo que seguir con esta gran mentira.
Tengo que seguir mintiéndole a mi sistema y hacer de cuenta que nada cambió en estos años. Que mi cuerpo no está tan oxidado como lo está en realidad. Que mi visión sigue encontrando hermosos detalles en tu cara, siendo que a veces, ni siquiera me reconozco frente al espejo. Que mi tacto aún identifica el relieve de tu ropa interior por debajo de tu vestido, cuando mis dedos ya no saben, a ciencia cierta, quién sos. Mi olfato está cansado de ese perfume que, desde hace ya tiempo, dejó de ser especial. Además, tus besos ya no tienen el mismo gusto, y tu voz rechina en mis oídos como los frenos de un tren. Estas vieja y gorda.
No tengo ganas. Pero sin embargo ahí estoy, a tu izquierda, en una larga mesa que me encuentra en la punta. Sonriendo sin querer hacerlo, por debajo de mis blancos bigotes, como una estatua en una plaza repleta de palomas. Con un estúpido bonete en la cabeza -mi pelada tapada por un cono de cartón color naranja fosforecente-.
Allí, donde la gente se pasa la comida y habla hasta escupir los dientes, pienso que si tengo suerte, puedo morir atragantado con algún durazno de la torta (o una almendra tal vez). Pero la suerte es magra y ante mis ojos desembarcó un mezquino bizcochuelo con dulce de leche. Entonces...las luces se apagaron, y como un coro desafinado entonaron:
_¡Que los cumplas feliz!¡que los cumplas feliz!¡que los cumplas Ediberto!¡que los cumplas feliz!.
Fue allí cuando, aún con las luces apagadas, algún gracioso tiró hacia la muchedumbre un hielo, el cual Mirta, la vecina de enfrente, pisó hasta resbalarse y finalmente, quebrarse la cadera.
Fue un gran día mi cumple de 60.

los mejores días

Son los grises, esos que hace frío y las viejas no salen a pasear a sus perros.
Los mejores días son los que no te veo. Los que te atrincherás en tu casa con pileta a ver la ciudad por la ventana. A tomar café con tu tasa azul y a comer tus tostadas con dulce light.
Amo esos días. Son grises, fríos y las viejas no molestan.