Es un dulce movimiento el que producen mi mano y tu cintura....ondulatorio, constante, repetitivo y ni aún así rutinario.
Por momentos, trato de que mis dedos emitan pequeñas presiones sobre tu cuerpo, pequeñas descargas. Cada uno de ellos en diferentes momentos y con diferentes intensidades; como pulsaciones, como latidos. Intermitencias descontinuadas, que solo buscan desconcentrarte y hacerte perder el paso.
Notas mis intenciones y me hechas una mirada, pero luego sonríes. Entonces acerco mis labios a tu oreja y comienzo a contarte aquella anécdota de aquel hombre que bailaba con su mujer canciones de Chet Baker en el living de su casa.
Todo esto...mientras bailamos.
Por momentos, trato de que mis dedos emitan pequeñas presiones sobre tu cuerpo, pequeñas descargas. Cada uno de ellos en diferentes momentos y con diferentes intensidades; como pulsaciones, como latidos. Intermitencias descontinuadas, que solo buscan desconcentrarte y hacerte perder el paso.
Notas mis intenciones y me hechas una mirada, pero luego sonríes. Entonces acerco mis labios a tu oreja y comienzo a contarte aquella anécdota de aquel hombre que bailaba con su mujer canciones de Chet Baker en el living de su casa.
Todo esto...mientras bailamos.