sábado, 1 de marzo de 2008

whisky para uno

En el bar siempre está este viejo que solo toma un vaso de whisky. Llega unas horas antes de cerrar, con su maletín y su abrigo. Saluda gentilmente y se acomoda en una de las mesas del fondo, aquellas en las que es complicado llegar con la vista. Pero yo se cómo hacerlo, y desde la barra lo observo.
Se sienta con su vaso mirando hacia la puerta. De su maletín saca un porta retrato que coloca siempre a su derecha. Es una vieja fotografía de una mujer, alguna antigua amante o quizás su esposa. Sea quién sea esta, pasa las horas escuchando las historias del viejo. Sintiendo su olor a alcohol de cerca.
Pobre tipo, a veces pienso que esa es su única compañía; él solo se sienta allí con su fotografía enmarcada a terminar su vaso y a esperar que termine el día para, mañana, volver a verla.

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