domingo, 3 de agosto de 2008

cazando moscas

Su deporte preferido era cazar moscas. Las esperaba con paciencia, con sigilo.
Dejaba que se posaran en sus brazos, en su cara, hasta que finalmente bajaban a explorar la palma de su mano. Sentía como el insecto caminaba delicadamente por su piel. Explorando. Cerciorándose de que no hay peligro alguno.
Era como si alguien, con espásticos movimientos, arrastrara una pluma o un suave papel.
Ella esperaba ganar su confianza, como se hace con un perro, como un amigo o un amante. Y allí, en un instante explosivo, cerraba su puño. Cercenando toda posibilidad de escape o libertad.
Era fantástico verla cazar moscas. Más aún, percibir la soberbia que experimentaba al dejarlas ir.

No hay comentarios: