domingo, 3 de agosto de 2008

cuervos en la lluvia

Era un lunes de lluvia, y como todos los lunes de lluvia, llovía solo para joderme la vida.
Y lo lograba, con una perfección envidiable; aquellas gotas insulsas y aburridas, multiplicadas por miles y miles, cayendo como en un armónico y constante sin sentido, lograban que me despedace los sesos pensando y repensando cuestiones de mi vida tan insulsas como nuestra relación, reduciendo el existencialismo más duro a una mera pelea de escarabajos.
Aquella maravilla de la condensación y luego de la gravedad, inexplicablemente lograba alterarnos. Logrababa que nos sacáramos los ojos con nuestros picos.
Odiaba los fríos, húmedos, grises, tristes y calculadores lunes de lluvia.
Los odiaba y aún lo sigo haciendo.

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