martes, 12 de febrero de 2008

coincidencias

Un buen par de tetas y un culo firme. Una sonrisa color carmín y ojos demasiado delineados. Labios gruesos y putones. Lengua rápida y violadora.
Meterla en la cama fue más barato que las primeras tres cervezas en el bar, en donde me confesó que queria cojer como aquellos animales salvajes que salen en la tele. Dos whiskys más, un paquete de cigarrillos consumidos en un cenicero y que el taxi lo pague ella.
Convencerla de que se sacara la ropa fue fácil. Se divetía desparramando las prendas por todo el cuarto y hasta arrojó uno de mis zapatos por la ventana.
Se tiró en mi cama como si esta fuera una pileta y nadó a lo ancho y a lo largo por el raquítico colchón. A diferencia tuya, no le importa que este no tenga resortes y ni se molesta cuando los elásticos de la cama se clavan en su espalda.
A diferencia tuya ella gime, no se queja.
Aunque no ponía límites, besarla era difícil, más difícil que vos vuelvas a casa. Entonces, entendí que en estos juegos las bocas están para otras cosas y que de amor se entiende poco...o demasiado.
Transpiramos unas horas más y se escapó montada sobre un taxi el cual no se detendría por nada del mundo.
Al final, creo que ustedes dos se parecen.

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