miércoles, 30 de abril de 2008

una mujer en el baño

Es invierno y afuera el frío cachetea como un viejo desalmado. En la calle, las bufandas se sonríen entre ellas; saben que están otra vez en actividad.
Estoy mirando por la ventana de mi departamento. Es un gran ventanal que da hacia una especie de pulmón urbano en el que, durante el día, el sol se escurre sin dejar verse.

Pensando en nada, recorro con la mirada las pequeñas ventanas de los baños de el edificio lindero al mío. Ahí la veo, en su mundo íntimo, despreocupada.

Inmediatamente me acurruco sobre un costado del ventanal para que no logre verme. No pienso dejar de observarla ¿Voyierista?...No, simplemente curioso. Es un rareza de espectáculo el que presencio. Muy ilustrativo acerca de lo que las mujeres hacen cuando dicen ir al baño.

Frente al espejo, se acomoda el pelo. Largo, negro, brillante. Se lo desata, lo extiende y vuelve a atarlo con increíble habilidad de manera más prolija. Luego, se baja los pantalones y se sienta sobre el inodoro. Apenas si pude distinguir su pubis al pasar; un triángulo oscuro en su pelvis que se clavará en mi memoria junto a esta anécdota. Sentada ahora, juega con sus anillos y sus uñas.

Una mujer en el baño, posando solo para mi.

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