lunes, 10 de agosto de 2009

el último penúltimo de la línea

La espalda se pone rígida, como una tabla. Perfectamente derecha.
Erguida. Tensa.
Las piernas semiestiradas, están listas para explotar en un instante. Son como resortes a punto de zafarse.
Este tipo tiene la mirada perdida, pero no desatenta. Espera algo, y una vez que pase, todo depende de lograr arrancar la carrera a tiempo. A horario.
Como un tren.
Sabiendo todo esto, espera.
Eterna y dramática, así es la espera.

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