martes, 4 de agosto de 2009

un poco de sal

Estoy sentado leyendo todos esos poemas que te han dedicado.
Ensalsados. Edulcorizados. Sintéticos.
Asco.
Estoy descompuesto.
Por empezar, tu pelo es castaño y no del color de las avellanas, víctimas de un otoño mongol que azota el valle.
A tu sonrisa le falta una muela y te reís como un delfín.
Tus piel necesita crema, y no es suave como la seda confeccionada artesanalmente por 30 chinas vírgenes poseedoras de un secreto milenario.
Definitivamente no olés a rosas, y estoy bien seguro de que tus palabras no siempre susurran amor.
Una sugerencia para tu poeta; más sexo, más vino y cada tanto un poco de sal bajo la lengua.

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