martes, 11 de septiembre de 2007

perros

Me acuerdo cuando tu culo secuestró mi mirada. Nunca nadie llamó para pedir rescate, al que nunca nadie hubiese pagado. Mientras...tus piernas dos pecados y tus tetas otros dos, me desvalijaban la cabeza.
De pronto me volví cristiano solo para venderle mi alma al diablo por un polvo con vos. Pero no hizo falta. Fui tan poco caballero que te volví loca y me arrastraste hasta tu habitación como una ninfómana con meses de abstinencia.
Hicimos lo que aún no tiene definición y nos mordimos hasta los tobillos...amaba tus tobillos. Entre polvo y polvo me contabas de tu vida, y entre tiros me decías lo que harías con la mía. Debí creerte...por lo menos ahora lo hago.
Entre tus adicciones y mis malas actuaciones nunca llegamos a nada serio y para peor de las cosas me empezaste a gustar...que lástima. Tan joven, tan buena.
Hoy me parece verte en un rincón de la casa. Vestida para salir, con tus collares y tus aros. Vestida. Tu fantasma me hace mal y levanto las persianas para tratar de espantarte, pero vos te vas por tu cuenta. Sola y enojada, me mirás por sobre tu hombro, murmurás algo y caminás hasta la puerta.
Puta, ni muerta sos feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La casa de Hank es el lugar mas oscuro para los ojos pero la luz masbrillante para una mente que ahonda en su interior sacandose y cuestionando las dudas de su existencia para los que creian que ya no quedaban poetas malditos.
A.C